El
Universo está repleto de miles de estrellas, galaxias y planetas de
diferentes características, composición y tamaños. Ya se han contabilizados
más de cinco mil planetas, pero se estima que hay millones más esperando ser
descubiertos.
Los
seres humanos del planeta Tierra buscan sistemas extrasolares con planetas
potencialmente habitables y los científicos estiman que hay más de 3.200
estrellas cercanas con planetas orbitando en ellas y en nuestra galaxia hay
más de 300 millones de planetas con probabilidad de albergar vida.
Y
muy cerca de la Tierra, existe un sistema extrasolar que tiene siete
planetas (b, c, d, e, f, g, h) orbitando una estrella; se trata de Trappist-1,
un sistema del que ya hemos hablado en estas páginas que no deja de asombrar a
los astrónomos por su parecido con el nuestro y porque, además, posee tres
planetas habitables.
Este
sistema extrasolar, efectivamente, tiene tres planetas en la zona habitable
de su estrella y muy cercanos unos a otros que incluso se atraen
gravitacionalmente. Orbitan en perfecta armonía a su estrella Trappist-1,
una enana roja ultrafría de tipo espectral M8 V a casi 40 años luz de
distancia en la Constelación de Acuario.
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Los
tres planetas interiores de este sistema extrasolar están demasiado cerca de
su estrella y no tienen posibilidad de albergar vida; pero los planetas Trappist-1e,
Trappist-1f y Trappist-1g se encuentra en la zona habitable.
Sabemos que la zona de habitabilidad es aquella donde la temperatura es
propicia para que el planeta pueda albergar agua en estado líquida en su
superficie.
Trappist-1
tiene tres planetas habitables de composición rocosa como la Tierra y
muy prometedores para la vida. Los tres planetas (e, f, g) parecen contener
suficiente material volátil y probablemente agua en sus tres estados;
liquida, sólida y gaseosa que alcanzaría hasta el 5% de la masa de algunos de
los planetas.
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Pero
el más parecido a la Tierra es Trappist-1e, el exoplaneta más rocoso de
los siete y el que tiene las condiciones para albergar vida como la
conocemos según lo informó el Observatorio Europeo Austral (ESO) en la
revista Nature Astronomy. Este sistema, pese a que últimamente se habla sobre
los efecto de la radiación en algunos de sus planetas, es un objetivo
prioritario para la búsqueda de vida.
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